viernes, 26 de marzo de 2010

Semana Santa 2010

Y vuelvo.
No se crean que me olvido de este rincón cibernético al que algunos podrían llamar diario.
Pero vuelvo con el motivo de casi siempre, con el motivo que me trae aqui año a año, y al que espero no faltar nunca.
Porque hoy, vuelvo a pasear por Santa Clara y vuelvo a ver un cartel que reza: Semana Santa 2010.
Es ahora cuando vas por la calle y escuchas conversaciones ajenas que comentan los cambios de este año, o la indignación que puede provocar decisiones tomadas por tal o cual cofradía. Yo, simplemente sonrío. Porque cuando pasa esto, piensas ya llegó, ya está aqui, y también piensas, ¡Qué pequeña es Zamora, y cómo me gusta!.
Zamora, aquella ciudad castellana al que algunos bautizan como la perla del duero, la ciudad del románico, la bien cercada, o la muy noble y leal...Zamora la olvidada, el pueblo que solo se acuerda de sus mayores, la ciudad que rezuma antiguedad por sus cuatro costados, la de las cuatro murallas, o siemplemente, la perdida entre el país del jolgorio y la juerga. Zamora hoy viste su etiqueta más elegante, Zamora hoy, muestra su arte y su devoción, Zamora hoy, empieza su semana.
Como cada jueves de traslado, la cuenta ha llegado a su fin, y como cada año, el corazón queda en un puño al ver pasar al nazareno, al cristo de la otra orilla, al del otro margen de la ciudad, al de Zamora entera.
Solo un zamorano sabe lo que significa jueves de traslado, significa el comienzo de su ciudad, el despertar de su gente, el inicio del más puro sentimiento de pasión.
Pasión al ver caminar al nazareno por la empedrada cuesta del Pizarro, por escuchar el grito de los niños que agitan sus palmas de alegría, por sentir que el corazón se encoje al oir el jerusalem, por callar y agachar la cabeza ante el dolor y la muerte, por dejarse llevar por las voces del miserere, o entristecer al ver que tu procesión este año se queda en casa, enmudecer al oir miles de voces cantar la salve a la reina de este humilde pueblo, o sencillamente, pasión por vivir esto, por vivirlo año a año, y esperar un largo año para que se esfume tan rápido, pasión en definitiva, por pertenecer a Zamora y a su semana santa.
Y sin más preámbulos le cedo el paso a Zamora en sí, que ella os guíe en otra nueva semana de pasión.