MrGago
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Algo por lo que seguir adelante.
Hemos vivido de ilusiones, de expectativas, de folios en blanco y recetas sin escribir. De motores apagados, de pelotas sin aire, de caminos con un rumbo confuso.
Y hoy estamos llorando. Llora todo un planeta, llora toda una generación. Esa que se ha dado de bruces con la realidad, una realidad que aun así enmascaramos sin darnos cuenta.
Pero nuestros ojos comienzan a abrirse. A pesar de ver que nuestra cabeza sólo puede mirar hacia las baldosas, intentamos sortear el viento y levantarla hacia arriba, mirando hacia adelante.
Nunca nos gustó pensar, pero tampoco nos gustó sentir que no pensábamos, y ahora sabemos sin saber, y creemos saberlo todo.
Es una cuestión difícil valorar nuestra generación. Gente que ha sido tan envidiada por tener la vida más fácil que se conoce, y es muy curioso socialmente, que la imagen haya cambiado tanto en 4 años: ahora nos miran compasivamente, como si estuviéramos recubiertos por un manto de esperanza negra, que ha perdido toda su esencia, y que no la va a recobrar nunca.
Ya no vale mirar atrás, y ver quién lo hizo, y por qué pasó. Tampoco vale mirar al futuro y ver un precipicio con piedras puntiagudas al fondo; hay que centrarse en ahora, en este momento.
Mi opinión sobre toda esta situación es positiva. Era el momento de un cambio en todos los sistemas del ámbito humano, y así será. Es el momento de valorar las migas, de conocer definiciones que creíamos fuera de nuestra competencia, de afrontar el reto de recomponer y reestructurar una viga maestra. Pero sobre todo de saber quién y quién no. De cortar demasiados dedos índices que significaban cargos de toda clase. De dar a cada cual según su formación y experiencia, y de poner barreras veraces y con sentido, no ideológicas.
Porque es más valiosa una vida humana que un billete morado. No es difícil llegar a esta conclusión, y sé que no es fácil de ejecutar, pero una entidad financiera mañana no te dará las gracias ni te devolverá el favor, una persona si lo hará.
Y ahí está el secreto.
domingo, 6 de mayo de 2012
Gracias, Rosa.
La muerte no es muerte si hay alguien que te lleva en el corazón. Verdaderamente es un logro que cientos de personas se reúnan para despedirte, y no muchas personas son recordadas por haber hecho algo grande, sin embargo, hoy hemos perdido a una de ellas.
No es solo una pérdida personal, si no también un motivo para que el folclore castellano-leonés y español rinda homenaje a la que llevó el nombre de Zamora por el mundo.
Esfuerzo, coraje, pasión por el buen hacer y genio. Sin duda esas palabras representan a Rosa. Una mujer que vivió por y para la danza zamorana, un ejemplo de perseverancia.
Hoy sonaba el bolero de Algodre más triste que nunca. La tradición de Zamora pudo ser reconocida y valorada en escenarios del mundo entero y bajo la mirada de miles de personas. Eso fue gracias a ella. Porque es la madre del folclore de nuestra ciudad. Porque somos muchos los que le debemos una vida urraca, y eso no es decir cualquier cosa.
¿Quién no ha estado vinculado con el grupo Doña Urraca?, directa o indirectamente hemos sido testigos, casi durante 60 años, de un espectáculo que incluso, creo, ha sido mejor reconocido fuera que dentro, tanto el grupo como ella.
Siempre recordaré esa mirada que te echaba desde la mesa en el antiguo ensayo del colegio universitario cuando te confundías en el picao o la manera que tenía de cantar la Rianxeira.
Porque Rosa tenía mucho carácter, pero precisamente ese es el motivo de que las cosas salieran siempre bien.
Gracias por enseñarnos que el esfuerzo siempre merece la pena. Gracias por dejarnos aprender a saborear unos aplausos que siempre eran para ti, para lo que nos diste, para lo que nos inculcaste.
Hoy es un día negro. Te hemos despedido precisamente con un aplauso, para que allá donde estés, sepas que una grande como tu no se olvida jamás. Que Rosa Do Barros será siempre una sobresaliente en esta ciudad de suspensos.
Y que nadie pueda poner en duda jamás, que gracias a ti, todo el mundo pudo disfrutar de algo que no saben lo que significó, significa y significará para nuestra pequeña tierra, que fue traer un festival de tal calibre y valor social como la Europeade.
Por eso desde estas líneas, expreso mi profundo respeto y admiración para toda mi vida.
Esta actuación va por ti, Rosa.
miércoles, 28 de marzo de 2012
Al son de Thalberg
Aceitadas, rebojos, dos y pingada, morado, incienso, manto, lluvia, capa, clavos, dolor, lágrimas, recogimiento, pasión, esperanza, esquila, noche, muerte, jerusalem, amistad, pipas, marcha, thalberg, soledad, silencio, orgullo, vara, madre, túnica, sayón, crueldad, fervor... Zamora.
Porque puedo pasarme toda la vida escribiendo palabras que me lleven en mente a la semana santa, puedo escribir una enciclopedia de lo que siento; puedo enamorar a cualquier extraterrestre de nuestra tierra con mis convencimientos, y debería tener 3 vidas para expresar lo que significa para mi.
Solo hay una semana al año en la que se olvida todo, en la que lo malo se esfuma, se desvanece como la lluvia sobre la acera, y eso es algo que comparten otras 65.000 personas, algo que hace que ensanchezca nuestro corazón, algo que nos hace ser mejor personas, algo por lo que luchar cada día, por lo que decir nuestro nombre bien alto.
Porque el Nazareno de San Frontis lleva escrita la palabra orgullo en la punta de su cruz, y porque refleja en su cara el agradecimiento de un pueblo tan humilde que no conoce otra fe, otra manera de hacer y vivir, otra manera de ser.
Porque solo un zamorano se levanta un día y se pone en el móvil "mater mea", ya sea un 4 de Abril, o un 14 de Julio. Y solo él lo baila al compás, mientras en la cabeza recuerda "La flagelación" bailando como si no hubiera mañana.
Y al final esa es la fiesta, la celebración de nuestra ciudad. Desde que el jueves de dolores el nazareno cruza el puente de piedra para saludar hasta el martes a su pueblo, hasta el domingo de resurrección en que la imagen de Ramón Álvarez nos pregona la vida por las calles de la ciudad.
Son solo 10 días. 10 días de fervor y de reencuentros. De pasión y lucha. De sentimientos encontrados.
Y es que parece que todos los años escribo lo mismo, pero sin embargo cada año lo hago con más ilusión. Porque es nuestro, un secreto nacido del pueblo que se debe mimar como un bebé recién nacido.
Un rostro, una mano, una cruz, una lágrima, un sonido, un silencio.
Y si algo nos caracteriza por encima de todo es el silencio. Ese silencio que invade cada noche Zamora; ese silencio que guarda un grito de dolor y amor. Ese silencio castellano que solo se rompe por una carraca, por un tambor destemplado, por un canto amargo y decoroso, por un compás que guía nuestro camino.
Y así somos y vivimos, humildemente, enterrados en el amparo de la soledad, esperando que un día lejano de marzo, un, también humilde barandales, nos lleve a la luz del final, al frío de la noche, al cobijo de la angustia, al son de Thalberg.
Porque puedo pasarme toda la vida escribiendo palabras que me lleven en mente a la semana santa, puedo escribir una enciclopedia de lo que siento; puedo enamorar a cualquier extraterrestre de nuestra tierra con mis convencimientos, y debería tener 3 vidas para expresar lo que significa para mi.
Solo hay una semana al año en la que se olvida todo, en la que lo malo se esfuma, se desvanece como la lluvia sobre la acera, y eso es algo que comparten otras 65.000 personas, algo que hace que ensanchezca nuestro corazón, algo que nos hace ser mejor personas, algo por lo que luchar cada día, por lo que decir nuestro nombre bien alto.
Porque el Nazareno de San Frontis lleva escrita la palabra orgullo en la punta de su cruz, y porque refleja en su cara el agradecimiento de un pueblo tan humilde que no conoce otra fe, otra manera de hacer y vivir, otra manera de ser.
Porque solo un zamorano se levanta un día y se pone en el móvil "mater mea", ya sea un 4 de Abril, o un 14 de Julio. Y solo él lo baila al compás, mientras en la cabeza recuerda "La flagelación" bailando como si no hubiera mañana.
Y al final esa es la fiesta, la celebración de nuestra ciudad. Desde que el jueves de dolores el nazareno cruza el puente de piedra para saludar hasta el martes a su pueblo, hasta el domingo de resurrección en que la imagen de Ramón Álvarez nos pregona la vida por las calles de la ciudad.
Son solo 10 días. 10 días de fervor y de reencuentros. De pasión y lucha. De sentimientos encontrados.
Y es que parece que todos los años escribo lo mismo, pero sin embargo cada año lo hago con más ilusión. Porque es nuestro, un secreto nacido del pueblo que se debe mimar como un bebé recién nacido.
Un rostro, una mano, una cruz, una lágrima, un sonido, un silencio.
Y si algo nos caracteriza por encima de todo es el silencio. Ese silencio que invade cada noche Zamora; ese silencio que guarda un grito de dolor y amor. Ese silencio castellano que solo se rompe por una carraca, por un tambor destemplado, por un canto amargo y decoroso, por un compás que guía nuestro camino.
Y así somos y vivimos, humildemente, enterrados en el amparo de la soledad, esperando que un día lejano de marzo, un, también humilde barandales, nos lleve a la luz del final, al frío de la noche, al cobijo de la angustia, al son de Thalberg.
domingo, 25 de marzo de 2012
Puro Arte
Admirar un Picasso; contemplar un Matisse; impregnarse de un Van Gogh... Sin duda el arte es la más bella exposición que ha creado el hombre. Un día te posas delante de una obra, y te cautiva, como puede hacerlo un gesto o una sonrisa, o una canción. Es la forma de vivir, es la esencia del ser humano, la vida hecha materia.
El artista es el cautivador de sueños, el personaje de su propia obra, el orador desnudo, la emoción hecha pintura, escultura o partitura.
Aquella sonrisa que un día escondió Da Vinci, la filosofía contenida y pura que contagió a Rodin, o una lágrima tan fácil y dorada, tan real y sincera, tan escondida y hermosa que pocos conocen y sin embargo alaban.
El orgullo de sentir, de plasmar el alma en un beso, de ahorcar el tiempo en una mirada, de ahogar el aliento en un grito, de esconder un socorro, un misterio, una copa más o una desesperación jugosa.
Un día ves el temor a la muerte, la nostalgia de un recuerdo, del pasado glorioso, la llama de un fuego sin apagar, hecho cenizas pero manteniendo esa bella esperanza que llamamos rescoldos.
Un baile sinuoso, una caída a la trampa del rencor, del bigote enredado, del árbol con la manzana en el suelo, del humo hecho señales. La frase encantada, las venas implorando odio, la nota caducada de escalofrío, el ritmo de la simbiosis perfecta, locura indicando pasión.
¿Y qué es la vida sino puro arte? En la lluvia que recorre la ciudad en silencio y con su maravilloso compás. En el viento que sonroja, que enciende la inspiración. En una bonita estación que alerta sobre el futuro, que previene la destrucción, que detiene el tiempo.
Solo algo tan grande y valioso como el arte nos puede enseñar a exprimir el universo, o a robar el sueño de la elegancia. A mirar esta creación y creerla solo tuya, toda para ti, ser un ombligo en un mundo de cuerpos sin (com)postura.
Y así se evoluciona; sólo de esta manera se traspasa el valor de la incertidumbre y se alza ansioso a las manos de la gloria.
No detengas tu paso, ni busques la felicidad detrás de una valla. Manda a tu boca lo que la razón quiere pronunciar, y no olvides que el misterio de la vida, sólo lo hallamos cuando entendemos lo que expresamos.
El artista es el cautivador de sueños, el personaje de su propia obra, el orador desnudo, la emoción hecha pintura, escultura o partitura.
Aquella sonrisa que un día escondió Da Vinci, la filosofía contenida y pura que contagió a Rodin, o una lágrima tan fácil y dorada, tan real y sincera, tan escondida y hermosa que pocos conocen y sin embargo alaban.
El orgullo de sentir, de plasmar el alma en un beso, de ahorcar el tiempo en una mirada, de ahogar el aliento en un grito, de esconder un socorro, un misterio, una copa más o una desesperación jugosa.
Un día ves el temor a la muerte, la nostalgia de un recuerdo, del pasado glorioso, la llama de un fuego sin apagar, hecho cenizas pero manteniendo esa bella esperanza que llamamos rescoldos.
Un baile sinuoso, una caída a la trampa del rencor, del bigote enredado, del árbol con la manzana en el suelo, del humo hecho señales. La frase encantada, las venas implorando odio, la nota caducada de escalofrío, el ritmo de la simbiosis perfecta, locura indicando pasión.
¿Y qué es la vida sino puro arte? En la lluvia que recorre la ciudad en silencio y con su maravilloso compás. En el viento que sonroja, que enciende la inspiración. En una bonita estación que alerta sobre el futuro, que previene la destrucción, que detiene el tiempo.
Solo algo tan grande y valioso como el arte nos puede enseñar a exprimir el universo, o a robar el sueño de la elegancia. A mirar esta creación y creerla solo tuya, toda para ti, ser un ombligo en un mundo de cuerpos sin (com)postura.
Y así se evoluciona; sólo de esta manera se traspasa el valor de la incertidumbre y se alza ansioso a las manos de la gloria.
No detengas tu paso, ni busques la felicidad detrás de una valla. Manda a tu boca lo que la razón quiere pronunciar, y no olvides que el misterio de la vida, sólo lo hallamos cuando entendemos lo que expresamos.
miércoles, 21 de marzo de 2012
Queda muy poco
Quedan 8 días para el traslado. Eso significa que comienza nuestra semana. Pero hoy no estoy aquí para hablar de lo que me gusta y lo que significa para mi la Semana Santa de Zamora, que eso ya lo haré en una semana.
Es inevitable que escriba sobre lo que está sucediendo.
Y es que amigos, estamos perdiendo el único motivo que le queda a nuestra ciudad para seguir luchando. Una ciudad que mengua día a día a un ritmo muy preocupante; una ciudad que no hace nada para seguir adelante, para renovarse y crear oportunidades. Nuestra Zamora se nos va de las manos.
Y si queda un ápice de esperanza, ese es nuestro "agosto" particular. El único momento en el que la pequeña ciudad del Duero recibe una afluencia de público que ni ella misma se cree. Ese momento en el que los habitantes podemos levantar la cabeza bien alto por una vez al año. Es ahí cuando gritamos al cielo que amamos lo nuestro, que nos desvivimos por ello y que absolutamente nadie nos lo puede quitar. Y sin embargo no es así.
Hace tiempo escuché algo sobre un complot hacia la Semana Santa zamorana y casi me da la risa. Hoy me parece hasta coherente...
Porque alguien que de verdad quisiera que esto siguiera adelante no dejaría que pasara lo que pasa. Porque todos los años vemos cómo en la televisión sólo se escucha hablar de la Semana Santa de Sevilla, Málaga o de las castellanas... Con castellanas me refiero a meter todo en el mismo saco e incluso ver imágenes que no corresponden a la ciudad de la que hablan.
Pero este año todo ha ido demasiado lejos... ¿de verdad vamos a dejar que nuestras procesiones hagan el ridículo como lo van a hacer? ¿Vamos a dejar que el ayuntamiento mire hacia otro lado y criticar a las cofradías cuando son ellos los que le deben dinero a la Junta Pro Semana Santa?. Claro, es más bonito construir auditorios al aire libre para se que pudran de moho o celebrar una Nochevieja universitaria que no nos pertenece.
Pero no os preocupéis, que después veremos sus representantes bien acicalados detrás de los cristos y las vírgenes bien "orgullosos" de su ciudad y de lo que hacen por ella.
Y yo estoy ahora aquí sentado escuchando la marcha "Adoración" y me pregunto cuántas veces la habrá escuchado en su casa la señora alcaldesa. Me pregunto cuántas veces se habrá emocionado escuchando el Miserere, o cuántas veces ha recordado el Jerusalem Jerusalem y le ha entrado un escalofrío por todo el cuerpo. Cuántas veces habrá querido ser parte de manera anónima como tantos y tantos habitantes que cada año desfilan, cargan o simplemente contemplan y siguen desde la acera.
Porque esta fiesta es la nuestra, la del pueblo, que fue quien la creó y quien la hizo llegar hacia donde hoy está (o donde estaba...).
Y quedan 8 días, una semana, y a Zamora le queda muy poco. Y un día no nos daremos cuenta, y la habremos perdido. Y hoy son las bandas, y mañana la vergüenza, y pasado el prestigio y al siguiente todo.
Mater mea
Es inevitable que escriba sobre lo que está sucediendo.
Y es que amigos, estamos perdiendo el único motivo que le queda a nuestra ciudad para seguir luchando. Una ciudad que mengua día a día a un ritmo muy preocupante; una ciudad que no hace nada para seguir adelante, para renovarse y crear oportunidades. Nuestra Zamora se nos va de las manos.
Y si queda un ápice de esperanza, ese es nuestro "agosto" particular. El único momento en el que la pequeña ciudad del Duero recibe una afluencia de público que ni ella misma se cree. Ese momento en el que los habitantes podemos levantar la cabeza bien alto por una vez al año. Es ahí cuando gritamos al cielo que amamos lo nuestro, que nos desvivimos por ello y que absolutamente nadie nos lo puede quitar. Y sin embargo no es así.
Hace tiempo escuché algo sobre un complot hacia la Semana Santa zamorana y casi me da la risa. Hoy me parece hasta coherente...
Porque alguien que de verdad quisiera que esto siguiera adelante no dejaría que pasara lo que pasa. Porque todos los años vemos cómo en la televisión sólo se escucha hablar de la Semana Santa de Sevilla, Málaga o de las castellanas... Con castellanas me refiero a meter todo en el mismo saco e incluso ver imágenes que no corresponden a la ciudad de la que hablan.
Pero este año todo ha ido demasiado lejos... ¿de verdad vamos a dejar que nuestras procesiones hagan el ridículo como lo van a hacer? ¿Vamos a dejar que el ayuntamiento mire hacia otro lado y criticar a las cofradías cuando son ellos los que le deben dinero a la Junta Pro Semana Santa?. Claro, es más bonito construir auditorios al aire libre para se que pudran de moho o celebrar una Nochevieja universitaria que no nos pertenece.
Pero no os preocupéis, que después veremos sus representantes bien acicalados detrás de los cristos y las vírgenes bien "orgullosos" de su ciudad y de lo que hacen por ella.
Y yo estoy ahora aquí sentado escuchando la marcha "Adoración" y me pregunto cuántas veces la habrá escuchado en su casa la señora alcaldesa. Me pregunto cuántas veces se habrá emocionado escuchando el Miserere, o cuántas veces ha recordado el Jerusalem Jerusalem y le ha entrado un escalofrío por todo el cuerpo. Cuántas veces habrá querido ser parte de manera anónima como tantos y tantos habitantes que cada año desfilan, cargan o simplemente contemplan y siguen desde la acera.
Porque esta fiesta es la nuestra, la del pueblo, que fue quien la creó y quien la hizo llegar hacia donde hoy está (o donde estaba...).
Y quedan 8 días, una semana, y a Zamora le queda muy poco. Y un día no nos daremos cuenta, y la habremos perdido. Y hoy son las bandas, y mañana la vergüenza, y pasado el prestigio y al siguiente todo.
Mater mea
jueves, 8 de marzo de 2012
¿Igualdad?
Día 8 de Marzo, día de la mujer trabajadora.
Estoy un poco harto de estas cosas...
Llamamos a un día "mujer trabajadora" ¿el resto del año no trabajan? Mi madre lo hace los 365 y nadie la felicita por ello el resto del año.
La lucha de las mujeres no se hace poniendo un día y creyéndonos los más modernos y adelantados por elevar el papel de la mujer a un puesto que no se tiene que dudar. Algo que tenemos que empezar a cambiar son esas costumbres que no llevan a ningún sitio, que no valoran el esfuerzo real y que no dignifican, es más, yo creo que desprestigian su objetivo.
Lucha de sexos, guerra de sexos... todo eso conlleva las mismas palabras, que engloban odio y rencor hacia un pasado marcado por el machismo que hay que erradicar. Las luchas y las guerras no tienen vencedores ni vencidos, solo engendran más dolor y centran su atención en la forma en la que se lucha, no en el verdadero sentido que es pasar todos aquellos prejuicios y mirar hacia un futuro igual para todos.
Hay que unirse para cambiar el mundo, pero para cambiarlo a mejor, no para pasarnos de un bando al otro, porque eso no es más que egoísmo disfrazado.
Hay que cambiar el sueldo, los puestos relevantes, pero no al 50% para que todo el mundo esté contento y aplaudan medidas tanto absurdas como ineficaces, sino a cada cual según sus capacidades.
Valorar a cada persona y pensar que en este planeta cada día más apagado, los únicos perjudicados somos nosotros mismos.
Esa es mi lucha.
Estoy un poco harto de estas cosas...
Llamamos a un día "mujer trabajadora" ¿el resto del año no trabajan? Mi madre lo hace los 365 y nadie la felicita por ello el resto del año.
La lucha de las mujeres no se hace poniendo un día y creyéndonos los más modernos y adelantados por elevar el papel de la mujer a un puesto que no se tiene que dudar. Algo que tenemos que empezar a cambiar son esas costumbres que no llevan a ningún sitio, que no valoran el esfuerzo real y que no dignifican, es más, yo creo que desprestigian su objetivo.
Lucha de sexos, guerra de sexos... todo eso conlleva las mismas palabras, que engloban odio y rencor hacia un pasado marcado por el machismo que hay que erradicar. Las luchas y las guerras no tienen vencedores ni vencidos, solo engendran más dolor y centran su atención en la forma en la que se lucha, no en el verdadero sentido que es pasar todos aquellos prejuicios y mirar hacia un futuro igual para todos.
Hay que unirse para cambiar el mundo, pero para cambiarlo a mejor, no para pasarnos de un bando al otro, porque eso no es más que egoísmo disfrazado.
Hay que cambiar el sueldo, los puestos relevantes, pero no al 50% para que todo el mundo esté contento y aplaudan medidas tanto absurdas como ineficaces, sino a cada cual según sus capacidades.
Valorar a cada persona y pensar que en este planeta cada día más apagado, los únicos perjudicados somos nosotros mismos.
Esa es mi lucha.
viernes, 25 de noviembre de 2011
25N
25 N. Día contra la violencia hacia la mujer. ¿Hasta qué punto hemos llegado para acabar poniéndole un día a semejante barbarie?.
Y lo más triste, ¿cuántas mujeres han tenido que ser maltratadas o asesinadas a manos de su marido para que hayamos tenido que fijar una fecha en el calendario para homenajearlas?
Sigue siendo increíble que todo evolucione tan rápido, que nos asombremos de cómo cambian las cosas en este mundo loco, y a la vez retrocedamos tantísimo en un tema como la violencia de género. Cuando parecía que la revolución social llegaba, y el machismo y la opresión de la mujer llegaba a su fin, se dispara algo tan macabro como el calvario de la supresión de la personalidad de una mujer a manos de su pareja, todo ello sin la más mínima queja, o reproche.
Mujeres que se arrinconan en el suelo de su habitación, esperando la paliza del día, o mujeres que llegan a creerse que son las culpables de todo lo que les rodea por un constante zumbido proveniente de un ser que solo quiere hacer sufrir, y ver suplicar.
Anulación de una vida entera, de tus amistades, de tu propia familia, y convertirse en una simple esclava que "solo sirve para fregar y llorar".
Muchas veces vemos en la televisión que otra mujer ha sido víctima de maltrato doméstico y volvemos a indignarnos con aquellos que hacen daño a su pareja, pero seguimos comiendo y volvemos a nuestras vidas. Pero lejos de todo eso, tenemos que pensar que no es un hecho aislado, o un puñetazo por equivocación; se trata de sufrir las 24 horas del día, de encogerse cada vez que escucha las llaves de casa abriendo la puerta, de morir por alguien que se siente tan inferior, que solo es capaz de expresarlo por acción física o psicológica contra ella y en el más puro secretismo que da el hogar.
Nunca me gustó la expresión "las cosas se barren para dentro de casa", pero en este caso es todavía más cruel, porque miles y miles de mujeres todavía no se atreven a abrir los ojos, a mirar a un futuro donde salgan de casa con la cabeza bien alta, a sentirse queridas y amadas, a valorarse como personas y ni como mascotas o platos de usar y tirar.
Es algo con lo que hay que terminar, desde la educación temprana y la sociedad justa.
¿Cuánto hay que gritar para que se oiga? ¿Cuántas lágrimas hay que derramar para que se escuche? ¿cuántas mujeres deben morir para que se condene?
Señores políticos, dejémonos de cháchara, y pongámonos a trabajar.
Para que este día en un futuro no sea celebrado, 25 de Noviembre, día contra la violencia hacia la mujer.
Y lo más triste, ¿cuántas mujeres han tenido que ser maltratadas o asesinadas a manos de su marido para que hayamos tenido que fijar una fecha en el calendario para homenajearlas?
Sigue siendo increíble que todo evolucione tan rápido, que nos asombremos de cómo cambian las cosas en este mundo loco, y a la vez retrocedamos tantísimo en un tema como la violencia de género. Cuando parecía que la revolución social llegaba, y el machismo y la opresión de la mujer llegaba a su fin, se dispara algo tan macabro como el calvario de la supresión de la personalidad de una mujer a manos de su pareja, todo ello sin la más mínima queja, o reproche.
Mujeres que se arrinconan en el suelo de su habitación, esperando la paliza del día, o mujeres que llegan a creerse que son las culpables de todo lo que les rodea por un constante zumbido proveniente de un ser que solo quiere hacer sufrir, y ver suplicar.
Anulación de una vida entera, de tus amistades, de tu propia familia, y convertirse en una simple esclava que "solo sirve para fregar y llorar".
Muchas veces vemos en la televisión que otra mujer ha sido víctima de maltrato doméstico y volvemos a indignarnos con aquellos que hacen daño a su pareja, pero seguimos comiendo y volvemos a nuestras vidas. Pero lejos de todo eso, tenemos que pensar que no es un hecho aislado, o un puñetazo por equivocación; se trata de sufrir las 24 horas del día, de encogerse cada vez que escucha las llaves de casa abriendo la puerta, de morir por alguien que se siente tan inferior, que solo es capaz de expresarlo por acción física o psicológica contra ella y en el más puro secretismo que da el hogar.
Nunca me gustó la expresión "las cosas se barren para dentro de casa", pero en este caso es todavía más cruel, porque miles y miles de mujeres todavía no se atreven a abrir los ojos, a mirar a un futuro donde salgan de casa con la cabeza bien alta, a sentirse queridas y amadas, a valorarse como personas y ni como mascotas o platos de usar y tirar.
Es algo con lo que hay que terminar, desde la educación temprana y la sociedad justa.
¿Cuánto hay que gritar para que se oiga? ¿Cuántas lágrimas hay que derramar para que se escuche? ¿cuántas mujeres deben morir para que se condene?
Señores políticos, dejémonos de cháchara, y pongámonos a trabajar.
Para que este día en un futuro no sea celebrado, 25 de Noviembre, día contra la violencia hacia la mujer.
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