miércoles, 13 de abril de 2011

Semana Santa

Y es que dejo de tener ideas para escribir en el blog.
Pero llega el momento del año en que me salen solas las palabras, y ese es sin duda el comienzo de la Semana Santa.
Aquí estoy amigos, otra vez, a 24 horas exactamente del traslado del Nazareno de San Frontis, y solo pensarlo el corazón me da un vuelco.
Porque otra vez empieza la gran semana. Nuestra querida ciudad de Zamora, ya está abarrotada de gente por las calles, y eso me hace feliz.
Significa que volvemos a florecer, al mismo son que lo hacen las flores en esta bella estación. Resurgen los sonidos, esos que inundarán durante diez días toda la ciudad. Esos que no puedes evitar escuchar y que se estremezca tu cuerpo. Sonidos como el Barandales, anunciando que llega la procesión, los coros de las diversas cofradías, que elevan sus voces hasta lo más alto del cielo pregonando el saber cantar de nuestra ciudad, las marchas que te calan los huesos y te llenan de emociones distintas, alegría, angustia, dolor, y sobre todo pasión.
Aquí estamos, señores, otra vez más...Volvemos a la calle, volvemos una semana más a vivir Zamora, a sentirnos las personas más afortunadas del mundo y las más felices. Volvemos a mirar las manos tiernas de un cristo que nos anuncia la vida, o que nos hace regresar al siglo XIV.
Volvemos a mirar la agonía de un cristo que carga la cruz como si fuera su vida, a observar las lágrimas que caen por la mejilla de la Virgen de la Soledad, a unir nuestro silencio, a procesionar con penitencia por las calles de nuestra ciudad.
Y es que la semana santa para los zamoranos, es algo que no se puede describir, es verdaderamente pasión y amor.
Nos pasamos todo un año esperando este momento, el momento de comprar una bolsa de pipas y rodearte de la gente a la que quieres para rememorar la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Hoy viajamos en el tiempo, un año más, hoy sonreiremos cuando veamos al nazareno asomar la cabeza por el puente románico. Callaremos cuando el cristo de las Injurias se acerque por la rúa, y el frío se hará dolor cuando en Olivares veamos bailar al cristo del Amparo al son del Miserere Alistano, en modo zamorano, en nuestro cántico.
El sol del jueves Santo nos recordará el legado fantástico que dejaron nuestros antepasados, y por la noche, rozaremos la mano de cristo que yace ante nuestras miradas atónitas, que se pasea por Zamora recordando lo que hizo por nosotros, y se lo agradeceremos entonando el majestuoso Miserere. Escucharemos Thalberg, y eso será el honor de la ciudad, la mano que indica el camino hacia el calvario, la cara de humildad de un pueblo reflejada en La Caída.
Vestiremos de luto para asistir al Entierro solemne y orgulloso de nuestro señor, aquel que deja caer su mano para que nunca olvidemos lo que somos en la conducción al Sepulcro, y veremos a la madre de todos los zamoranos con el hijo en su regazo, rogando misericordia, enseñando lo que es dolor, y sufriendo la pérdida del ser más amado.
Cantaremos la salve y levantaremos nuestra vela y nuestro corazón ante la Madre que muestra su calvario y su pena, ante esa madre que tan querida se siente entre nosotros, sin extravagancias ni pasotismos, tan solo sencilla y humilde, acorde con su ciudad, acorde con sus hijos.
Y por fin abriremos una sonrisa cuando lo veamos resucitar por la horta, cuando una flauta y un tamboril y cientos de pájaros asustados volando por la plaza mayor seamos testigos del gran reencuentro de la vida.
Y así despediremos como cada año nuestra vida, nuestra seña de identidad, despediremos a nuestra ciudad.
Eso es todo, espero que otra gran semana haga las delicias de miles de visitantes. Nos envuelva con su manto de esperanza, y nos llene de la ciudad a la que amamos.
Nos vemos en las calles, amigos.

2 comentarios:

Ivan Margusino dijo...

que emocion tengo ya!!!
solo un dia!!!
que ganas

Anónimo dijo...

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