Todo se ha consumado

Viernes de Dolores, diez y media de la noche.
Zamora se ha apagado, su color, su musicalidad y su emoción propias de estos dias, acaba de quedar en la nada. La ciudad entera ha callado y solo dos tambores al compas, marcan el ritmo de la vida.
Diez y media de la noche y los hermanos ya se ponen las tunicas, ya cogen el farol y se dirigen a la Catedral, portando al "meluquero".
Diez y media de la noche, el cielo se para, ni una estrella, ni un movimiento, solo la luna vigila de cerca que todo esté en orden, que Cristo crucificado bendiga a los ciudadanos.
Llegada a la Catedral, todo es silencio hasta que una masa de grandes voces comienzan el "Christus factus est", y todos atónitos, contemplan sin mediar palabra.
A la vuelta, ya de madrugada, los zamoranos ya sueñan dormidos (otros incluso despiertos), mientras el espiritu santo vuelve a su casa a descansar un año mas, las calles lo contemplan en las sombras de la noche, las pocas miradas curiosas, se recogen del frio de la noche y de la angustia, y cuando ya tarde, entra en su Iglesia donde le depara toda una vida hasta el año que viene, todo Zamora calla recordando lo sucedido, todos descansan en el refugio de las sombras, saborean el amargo sabor de la agonia, el suave cantar del grillo, el silencio de la noche se apodera de la ciudad, todo queda quieto, nada tiene vida, todo se ha consumado.