miércoles, 21 de marzo de 2012

Queda muy poco

Quedan 8 días para el traslado. Eso significa que comienza nuestra semana. Pero hoy no estoy aquí para hablar de lo que me gusta y lo que significa para mi la Semana Santa de Zamora, que eso ya lo haré en una semana.
Es inevitable que escriba sobre lo que está sucediendo.
Y es que amigos, estamos perdiendo el único motivo que le queda a nuestra ciudad para seguir luchando. Una ciudad que mengua día a día a un ritmo muy preocupante; una ciudad que no hace nada para seguir adelante, para renovarse y crear oportunidades. Nuestra Zamora se nos va de las manos.
Y si queda un ápice de esperanza, ese es nuestro "agosto" particular. El único momento en el que la pequeña ciudad del Duero recibe una afluencia de público que ni ella misma se cree. Ese momento en el que los habitantes podemos levantar la cabeza bien alto por una vez al año. Es ahí cuando gritamos al cielo que amamos lo nuestro, que nos desvivimos por ello y que absolutamente nadie nos lo puede quitar. Y sin embargo no es así.
Hace tiempo escuché algo sobre un complot hacia la Semana Santa zamorana y casi me da la risa. Hoy me parece hasta coherente...
Porque alguien que de verdad quisiera que esto siguiera adelante no dejaría que pasara lo que pasa. Porque todos los años vemos cómo en la televisión sólo se escucha hablar de la Semana Santa de Sevilla, Málaga o de las castellanas... Con castellanas me refiero a meter todo en el mismo saco e incluso ver imágenes que no corresponden a la ciudad de la que hablan.
Pero este año todo ha ido demasiado lejos... ¿de verdad vamos a dejar que nuestras procesiones hagan el ridículo como lo van a hacer? ¿Vamos a dejar que el ayuntamiento mire hacia otro lado y criticar a las cofradías cuando son ellos los que le deben dinero a la Junta Pro Semana Santa?. Claro, es más bonito construir auditorios al aire libre para se que pudran de moho o celebrar una Nochevieja universitaria que no nos pertenece.
Pero no os preocupéis, que después veremos sus representantes bien acicalados detrás de los cristos y las vírgenes bien "orgullosos" de su ciudad y de lo que hacen por ella.
Y yo estoy ahora aquí sentado escuchando la marcha "Adoración" y me pregunto cuántas veces la habrá escuchado en su casa la señora alcaldesa. Me pregunto cuántas veces se habrá emocionado escuchando el Miserere, o cuántas veces ha recordado el Jerusalem Jerusalem y le ha entrado un escalofrío por todo el cuerpo. Cuántas veces habrá querido ser parte de manera anónima como tantos y tantos habitantes que cada año desfilan, cargan o simplemente contemplan y siguen desde la acera.
Porque esta fiesta es la nuestra, la del pueblo, que fue quien la creó y quien la hizo llegar hacia donde hoy está (o donde estaba...).
Y quedan 8 días, una semana, y a Zamora le queda muy poco. Y un día no nos daremos cuenta, y la habremos perdido. Y hoy son las bandas, y mañana la vergüenza, y pasado el prestigio y al siguiente todo.
Mater mea

1 comentario:

Ana Gonzalo dijo...

Qué gran razón tienes, Manu!