miércoles, 14 de noviembre de 2007

El Castillo y los orígenes de Zamora

Las excavaciones arqueológicas que se llevan a cabo en el Castillo de Zamora, futura sede del Museo de Baltasar Lobo, no dejan de sorprender y de sacar a la luz espectaculares descubrimientos que revelan una cronología anterior de ocupación en el entorno que dio origen a la ciudad medieval. Como apuntó el pasado jueves el arquitecto director del proyecto de restauración del viejo alcázar, Francisco Somoza, durante una visita guiada en la que participaron los grupos políticos municipales, los nuevos hallazgos dan del Castillo «una perspectiva muy distinta a la conocida hasta ahora». Pero sobre todo abren de par en par la posibilidad de reescribir parte de la historia de la ciudad del Romancero. De hecho, los descubrimientos más recientes permiten datar el origen de Zamora en la Edad del Bronce.
Por fortuna, lo que fue el adalid defensivo de la ciudad y se había convertido en una edificación desmochada indigna de su glorioso pasado, alcázar en la línea de frontera que marcaba el Duero en la época de la Reconquista, empieza a recobrar su antiguo esplendor con las obras de recuperación que se llevan a cabo durante los últimos meses. Las excavaciones en el foso han profundizado hasta cinco y seis metros en algunas zonas, hasta alcanzar los niveles de asiento originales de la fortaleza. Anteriormente, la actuación realizada sobre la liza permitió recuperar cinco de las torres que componían el recinto defensivo, y que permanecían soterradas bajo los rellenos de tierra y escombro que durante los últimos siglos se fueron depositando hasta ocultar la imagen primigenia del castillo, mucho más espectacular de lo que se presuponía.
Los hallazgos de las últimas semanas abren nuevas posibilidades para este entorno monumental que los responsables técnicos y políticos deberán valorar, con inteligencia y con audacia. En primer lugar, y tal como anunció el jueves la alcaldesa, Rosa Valdeón, el equipo de Rafael Moneo deberá adaptar el proyecto museístico del Castillo a los nuevos descubrimientos. Voces se oyen aún discordantes con que el castillo albergue la obra escultórica de Lobo, voces que aprovecharán los recientes descubrimientos para pedir que no se inicie la construcción encargada a Moneo. El Museo de Lobo, sobre todo si se plantea con vocación de muestrario vivo de arte contemporáneo, es perfectamente compatible con la recuperación y puesta en valor de los elementos hallados en esta fase de las obras y que conducen al pasado más remoto de la ciudad. Lo que destaca de la obra de Lobo es su universalidad, no que el autor haya nacido en un pueblo de Zamora, de manera que no es momento de caer en burdos provincianismos y sí en darle al proyecto la relevancia que merece, sobre todo si se tiene en cuenta que la adaptación del Castillo quedará en manos de uno de los arquitectos españoles más laureados.
La recuperación del Castillo en su primitivo esplendor y su convivencia con un edificio moderno y funcional, con firma de autor de prestigio, han de convertirse en la principal atracción para revitalizar el casco antiguo de Zamora, que tendrá a un paso de la vieja fortaleza y de la Catedral, el emblema señero del románico zamorano, otro edificio singular actualmente en construcción: la sede del Consejo Consultivo de Castilla y León.
Moneo, que ha optado en su proyecto museístico por un diálogo sutil con el pasado en el que la intervención moderna renuncia a cualquier protagonismo de antemano a la vista del diseño y de los materiales escogidos, ha previsto grandes espacios abiertos a la luz que permitan un diálogo abierto entre pasado y contemporaneidad. La esencia del proyecto, ese diálogo permanente entre lo moderno y lo más antiguo, ha de mantenerse y llevar a cabo, en todo caso, ligeras adaptaciones. Pero tal vez ha llegado el momento de mostrar una mayor ambición y de desenterrar al completo esas evidencias recién destapadas, que hablan de un origen de Zamora anterior al medieval y, por tanto, de la posibilidad de reescribir la historia de la ciudad.
Francisco Somoza lanzó semanas atrás desde este periódico un reto importante a las instituciones: levantar los jardines del Castillo y desenterrar al completo ese pasado oculto lleno de sorpresas. ¿Por qué no acometer esa audaz iniciativa? ¿Por qué no destapar y poner a la luz restos de épocas remotas? ¿Por qué no convertir, de la mano de esa actuación, el entorno catedralicio en un gran centro de interpretación vivo del origen de nuestra ciudad?
Si importante es construir el Museo de Baltasar Lobo como reclamo turístico, tanto o más lo es añadir a ese muestrario de arte contemporáneo rasgos nuevos del origen de la ciudad. La convivencia entre la Zamora de la Edad Antigua y la Zamora del siglo XXI es un valor que no se debería desdeñar.
Enclavado sobre el extremo occidental de la meseta rocosa sobre la que se asienta la Zamora monumental, el Castillo, declarado Monumento Nacional en 1930, y los hallazgos que en su entorno se están realizando han de convertirse en pieza clave de promoción turística de una ciudad que pretende obtener provecho económico y relevancia de sus numerosos bienes histórico-artísticos. Esta ciudad y sus gobernantes tienen ahora en sus manos la oportunidad histórica de devolver su esplendor a la fortaleza que coronó hace siglos la atalaya sobre la que se erigió Zamora y de ponerla en el futuro.

http://www.laopiniondezamora.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2071_12_238480__Opinion-Castillo-origenes-Zamora

3 comentarios:

MrKuis dijo...

Casi totalmente de acuerdo!!

M@r@ dijo...

Zamora ole ole y ole....XDDDDDDDDDDDDDD
Bss

Lauri dijo...

Vuelvo a estar por aquí, pequeño... ¡un besote!

(y gran artículo, últimamente estoy muy al día de las noticias, ¡jeje!)